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Poesía necesaria: Karmelo C. Iribarren

6 Jul

Karmelo C. Iribarren
Descubrí a Karmelo C. Iribarren en una lectura poética en los jardines del Museo Picasso. La hora y el espacio predisponían a la escucha: las campanas y el sonido del agua encontraron su nido en estos jardines donde todo lo demás calló para dejar un hueco  a las palabras.
Y fueron hermosas las palabras que se dejaron oír en esa noche, hermosas y sinceras: conmovedoras.

Si pienso en la poesía de este autor, honesta es el adjetivo que me viene a la boca. Karmelo mira de frente la vida, se mira a sí mismo y se cuenta (nos cuenta un poco a todos) con realismo, con crudeza a veces, pero con un toque de ironía que consigue suavizar la situación.

Pasear la ciudad, detener la mirada en la parada de un autobús, cruzarse con extraños y conocidos, reír y llorar con lo que ha visto. Eso hace Iribarren  con sus poemas, observar y contarnos lo que ve, lo que ve dentro y lo que ve fuera, sin artificios, con la palabra desnuda y directa con la que pinta las escenas y que nos convierte en espectadores de primera fila.

Yo quiero envejecer como sus versos, así , sinceramente; descubrir que no hay tiempo ya para el engaño, que es hora de enfrentarse a los espejos y de encarar los días con algunas certezas a la espalda.

Confieso que leer «Ola de frío» me hizo tambalear; su poesía te golpea, no admite la trampa, no puedes esconderte de ella, no juzga pero dice verdades que son tuyas.
Os dejo con unos poemas de muestra y un enlace para saber más de este autor.

La chica de la marquesina

Sale de la marquesina y mira
hacia la izquierda:
vuelve y reinicia su pequeño
claqueteo nervioso.
No aguanta más, se muere, necesita
que llegue el autobús, la vida, todo
lo que ésta le tenga reservado.
Y lo necesita ya, ahora, esta noche de sábado.
Mañana es una entelequia, una ficción,
un planeta a años luz.
Y vuelve a salir y mira y se consume de deseo.
es terriblemente desgraciada un segundo
y al siguiente – llega el autobús al fin – se ríe
y parece que amanece en el mundo.
Y yo la miro y pienso,
que aunque sólo fuera por eso,
por esa fuerza, por sentir
lo que ahora mismo está sintiendo ella,
merece la pena vivir.

Ola de frío.Ed. Renacimiento

Romanticismo

Dice que le regalé una estrella,
dice que fue en el puerto,
una noche de domingo,
cuando empezábamos a salir.
Yo no recuerdo nada, la verdad,
hace media vida de eso. Pero,
vete tú a saber. Bien mirado, puede
que hasta sea cierto: veinte años,
tonto perdido de amor,
y sin un duro en el bolsillo…
Qué otra cosa le vas a regalar.

Otra ciudad, otra vida.

Poemas para vestir los días

8 Oct

Letras_en_mi_cuerpo_1Confieso que soy incapaz de hilvanar un poema, los versos que leo son siempre de otros aunque su lectura los convierta en míos en muchas ocasiones. Poemas a la medida  que se ajusta al cuerpo como una segunda piel.

Acudo a  mis libros de poesía como quien abre un armario; encuentro poemas para los días de lluvia y también para cortejar la primavera, versos que acompañan una ausencia y otros que subrayan el dolor de una pérdida definitiva. Poemas que tienen el aroma de la casa paterna, versos que dulcifican la nostalgia y que dan voz al olvido. Poesía en la que verte reflejada, “poemas espejo” en los que mirar y reconocerte aunque sean de otros las palabras.

 Luis García Montero, un poeta que me acompaña desde hace años, decía ayer algo muy cierto y muy hermoso: “ la literatura crea espacios públicos”. Me  gusta esa expresión que resume , con  la concisión de su  oficio,  la generosidad de la literatura y la ampliación de fronteras que supone la lectura; me alegra el habitar en este espacio abierto y compartido, pero reconozco que para leer poesía necesito entornar la puerta y sentirme a solas con el libro, probarme despacio las palabras y descubrir  en la intimidad si se acomodan a mi deseo.

 “Con la poesía se convive porque nunca se marcha del todo”, dijo alguien que desgraciadamente no recuerdo. Y es cierto, un libro de poesía que hacemos nuestro no se cierra definitivamente, se tiene al alcance de la mano y se recurre a él como recurrimos una y otra vez a la conversación y el encuentro con los buenos amigos. Mi infancia está poblada de versos de Espronceda y de Machado, de poemas de Campoamor y de Bécquer que sigo escuchando en   la voz de mi madre . La adolescencia quedó marcada por  el acento  de Neruda y el de Benedetti y hay poetas, como el citado García Montero, que han crecido real y literariamente al ritmo de mis años. A Javier Cánaves lo disfruto en la distancia de la vida ajena, a Luis Alberto de Cuenca recurro cuando necesito mirar el mundo con humor, y la madurez de mis lecturas y de mi vida se ve arropada por la verdad de Ángel González y la dulzura ácida  de Karmelo Iribarren.

Hoy rebusco entre el desorden de mis libros uno de Wisława Szymborska para despedir a una amiga, es un adiós que duele y para el que van a faltarme las palabras.

Lo encuentro. Cierro la puerta,  ustedes me disculpan.

Libros en la maleta

23 Jun

Estoy haciendo el equipaje para mis vacaciones. Los años me han hecho  práctica y  llevo solo  lo  realmente necesario: una bolsa con mis cosas de playa, un par de vestidos, unos zapatos cómodos y una maleta entera llena de libros. Pesan mucho, pero multiplican el viaje.

Os dejo la selección por si os apetece curiosear:

– Un clásico para mi club de lectura virtual : “Tiempos difíciles” de Dickens
– Un descubrimiento: “Ola de frío”, poesía de Karmelo C. Iribarren
– Un libro de literatura juvenil: “Hija de humo y hueso” de Laini Taylor
– Un viaje a la nostalgia y a la conciencia: “Una forma de resistencia” de Luis García Montero
– Una certeza: “El viento de la Luna” de Antonio Muñoz Molina
– Una concesión a la moda: “El jardín olvidado” de Kate Morton
– Un libro pendiente: “Historia portátil de la literatura infantil” de Ana Garralón
– Unos relatos con nombre irresistible: “Vidas prometidas” de Guillermo Busutil
– Un cómic : “Mister Wonderful” de Daniel Clowes
– Una novela negra: “Las marismas” de Arnaldur Indridason
– Otro de poesía… ocupa tan poco: “Lógica sentimental” de Ferran Fernández.

Y un cuaderno en el que anotar mis impresiones y fijar en la memoria el verano del 2012.

Si, lo sé, me van a faltar vacaciones para tantos libros y la maleta pesa demasiado. Voy a tener que comprarme un ebook :  el verano que viene, sin falta.

Felices lecturas .