Archivo | julio, 2014

Nacer a la luz y a la lectura

6 Jul

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“Nací a la luz y a la lectura, que es otra forma de nacer, en Málaga”. Con estas palabras se refiere el sevillano Vicente Aleixandre a su infancia en la “Ciudad del Paraíso” y me sumo a sus palabras convencida de que así debería ser el nacimiento, simultáneamente ver la luz y encontrarnos con los libros, con las palabras que dan forma a ese mundo al que acabamos de llegar. Imprescindible que les descubramos cuanto antes que las palabras habitan en los libros, que los acostumbremos al gesto de abrir un cuento y dejar que las historias broten de sus páginas porque así multiplicarán sus vidas y el mundo resultará un lugar más interesante.

Creo que en más de una ocasión en este blog he hablado de lo complicado que resulta concienciar a los padre de la necesidad de su implicación en la formación lectora de sus hijos, y si nos referimos a hijos menores de tres años, es una cuestión que no llega siquiera a plantearse. Sin embargo, estamos perdiendo un tiempo precioso que proyectos como el de “Nascut per llegir” en España y otros similares en  Italia o Chile han tratado de paliar trabajando con los padres durante el embarazo y prolongando el acompañamiento de la familia lectora durante los primeros meses de vida del pequeño.

El libro “Neuroeducación” de Francisco Mora me ha reafirmado en la necesidad de no perder ni un solo minuto en este tema. La plasticidad del cerebro humano en los primeros meses de vida y su desarrollo en los primeros años es determinante. Como bien explica el autor con el símil de la cadena de montaje, hay habilidades que el niño ha de adquirir en un momento determinado de su vida, y, que de no hacerlo en ese instante, producirá ya una carencia que arrastrará  a lo largo de su existencia. Estar en contacto con las palabras, contar con estímulos visuales y auditivos y tener la posibilidad de manipular y experimentar con los objetos desde la más temprana edad ayuda al niño a desarrollar conexiones neuronales y multiplicar sus habilidades, minimizando así sus dificultades de aprendizaje.

El hemisferio derecho es el creador, el que genera músicas, ritmos, imágenes; el hemisferio izquierdo es el analítico, el del lenguaje, la lógica y las matemáticas. Entre ambos hemisferios existe un continuo intercambio de información que permite una actuación global y que se  ve potenciada si está vinculado a la emoción. Volviendo al tema de la lectura, al poner al niño desde muy temprana edad en contacto con libros repletos de imágenes, con pestañas que se abren y sorprenden con texturas y colores, que permiten la manipulación y a los que damos voz contando historias cotidianas que el pequeño puede reconocer, estamos despertando su interés y contribuyendo a su formación lectora. Si al libro sumamos el poder de los afectos, de la cercanía de esa lectura de regazo, el poder educador de ese encuentro se multiplica.

La curiosidad está también en la base del aprendizaje, y nada hay más curioso que un niño o una niña que está estrenando mundo. Dejémosle que experimenten con el objeto libro, que se adentren en el mundo fantástico de las palabas, que imiten nuestros gestos de pasar la página porque también de este modo están adquiriendo el hábito lector. Intentemos que la lectura y el juego estén unidos porque así será siempre en su recuerdo una actividad placentera. Provoquemos la risa con las retahílas, las canciones y los versos. Sorprendamos, emocionemos, leamos. Disfrutemos del tiempo sin tiempo de la infancia y abandonémonos con nuestros hijos al placer infinito de adentrarnos en esos mundos de papel, conscientes del valor inigualable de ese momento.

No lo aplacemos más, si nuestro hijo o hija  ha nacido a la luz que nazca sin demora también a la lectura.