Estoy releyendo un magnífico libro de Michêle Petit llamado “El arte del a lectura en tiempos de crisis”.
También un esperanzador artículo que habla del incremento del número de visitas y usuarios en las bibliotecas españolas . Los índices de lectura crecen y la industria editorial se mantiene en estos años de recesión económica gracias a la proliferación de títulos dirigidos a los lectores más jóvenes.
Los españoles pasamos más horas leyendo ( y viendo la tele) , y achacamos a la crisis cierta responsabilidad en este aumento de los índices lectores: la lectura se presenta como una alternativa de ocio de bajo coste y en los tiempos que corren, es un buen argumento.
Pero no nos quedemos en las meras estadísticas y reflexionemos sobre las distintas razones que nos acercan a la lectura : crisis personales que encuentran su refugio entre las páginas de un libro, problemas existenciales que se ven iluminados por la lectura de un párrafo concreto , relatos de ritmo trepidante que simplemente nos ayudan a olvidar los problemas que nos acucian en un momento determinado de nuestra vida. “Novelas de amor y lujo” me pedía una usuaria el otro día para superar las estrecheces económicas por las que atravesaba.
El libro es siempre un refugio en los tiempos difíciles, es tabla de náufrago a la que agarrarse cuando uno lo necesita , es puente de huída de una realidad que queremos dejar atrás. Y la literatura es también espejo que refleja el mundo en que vivimos , permitiéndonos ese distanciamiento mínimo que nos ayuda a comprender.
Se están reeditando títulos como “Las uvas de la ira” de John Steinbeck, de una rabiosa actualidad a pesar de los años trascurridos desde su publicación, se escriben poemas que hablan de paro y desencanto, se publican ensayos que tratan de encontrar razones a las que agarrarnos para seguir luchando, y al mismo tiempo, están multiplicándose los libros de “humor cotidiano”, que ayudan a desdramatizar y aportan optimismo a nuestras vidas.
Leemos, leemos y acudimos a las bibliotecas para ver la prensa, sacar libros, conectarnos a internet y seguir formando parte de la sociedad activa a pesar de figurar en las listas de los desempleados.
Leemos porque los libros son hospitalarios, están siempre al alcance de la mano y, sobre todo, porque creemos en la fuerza de la literatura frente a la fatalidad.
Como le dijo un niño rescatado de la guerrilla colombiana a Michêle Petit :
“ Tener un libro que poder leer es como si afuera estuviera lloviendo y tú sabes que no te vas a mojar”.
Perdonad si me repito, pero no puedo resistirme a compartir una nueva constelación literaria de Guadalupe Jover, “FRENTE A LA ADVERSIDAD”, nos viene al pelo.
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Etiquetas: crisis, Docentes, Razones para la lectura